la niña se esperanza deshojando la flor.
En la cita fortuita que en su carne la hiere,
a otra niña la alcanzan fantasmas del horror.
Oropeles de fiesta la sociedad recibe,
banal metamorfosis de la niña a mujer.
Mientras la cruel respuesta del horror en que vive
sufre, en plena necrosis, la niña que fue ayer.
La una desespera por vestidos de gala,
por flores y brocados a sus quince alhajar.
La otra nada espera, y en su tristeza exhala
afán desesperado por sus quince olvidar.
Y las luces deslumbran festejos luminosos,
fastuosos, de la niña para la sociedad.
Sociedad que rechaza otros quince ominoso,
que con su cuerpo compra a sus hijos el pan.
Vuelve la cumpleañera con su anhelo cumplido,
con sueños e ilusiones que espera concretar.
Con sus pétalos mustios, de lodo percudidos,
unos tacos cansados pugnan por regresar.